Durante los últimos veranos hemos experimentado olas de calor muy intensas, tanto en las Islas Canarias como en la Península. Unas subidas muy altas de las temperaturas y, sobre todo, muy rápidas, ya que se pasa de días de frío y lluvia a jornadas de insoportable calor. El cambio climático y un planeta cada vez más herido están provocando que el otoño y la primavera casi se estén diluyendo para dejarnos tan solo fríos inviernos y calurosos veranos.
Un hecho que no solo afecta a nuestro planeta, sino también a nuestro propio organismo. ¿Cómo le afecta el calor? Para empezar, nuestro organismo no es capaz de llevar de manera óptima una temperatura por encima de los 36 grados. Frente a un exceso de calor, una de nuestras defensas es la sudoración con la que buscamos equilibrar la temperatura. El cuerpo opta por eliminar el calor sobrante por evaporación; esto es, la citada sudoración. Pero estas gotas de sudor también pueden provocan el enfriamiento del cuerpo.
Precaución ante las patologías cardíacas
También influye de manera decisiva la respiración, nos ayudamos de ella aunque el trabajo se torna más complicado. En consecuencia, provoca un aumento del ritmo cardíaco de nuestro corazón. Precisamente por ese motivo, desde la Unidad de Cardiología del Hospital La Paloma, en Las Palmas de Gran Canaria, donde se estudian tanto los problemas del corazón como del sistema circulatorio, se recuerda que las personas con problemas en estas áreas aún deben extremar más sus precauciones ante las olas de calor. Las patologías cardíacas pueden verse agravadas y aumentar nuestro riesgo cardiovascular.
El cansancio, la sensación de pesadez, el decaimiento… El agotamiento generalizado en definitiva también es una muestra de cómo responde nuestro cuerpo al exceso de calor. La razón de estas sensaciones es que nuestro cuerpo está resolviendo un trabajo extra al habitual. Nuestro organismo debe trabajar más con el aumento de las temperaturas ya que disminuye nuestra tensión arterial y tendemos a la deshidratación. De ahí que, entre otras medidas como evitar la exposición al sol y permanecer en zonas frescas, debamos aumentar el consumo de agua.
Enfermedades crónicas en alerta
Además debemos tener mucha precaución con los niños y ancianos. Así como en personas con enfermedades crónicas como diabetes, demencia, insuficiencia cardiaca, entre otras patologías. Las altas temperaturas pueden ponerle en riesgo, por lo que también se deben extremar las precauciones y contactar con su especialista clínico.
El calor además de las ya citadas fatiga y cansancio también provoca sueño y menor concentración, por lo que puede ser un riesgo de mayores accidentes entre las personas que deben conducir. Un hecho que en el Hospital La Paloma vemos cada verano desde nuestra Unidad de Lesionados de Tráfico, por lo que nuevamente aconsejamos aumentar las precauciones.
Aumento de los síntomas de las varices
Otro de los perfiles afectados son las personas con varices. Hasta nuestra Unidad de Cirugía Vascular nos llegan constantes llamamientos de personas que ven cómo sus varices empeoran o se intensifican con las altas temperaturas. Varices a las que se les suma a menudo hormigueo por las piernas, sensación de pesadez, dolor ante los tobillos inflamados…
El responsable de esta unidad, el doctor Julio Agredo, destaca precisamente sobre este asunto que en verano “dan más síntomas porque las venas se dilatan más”.
Continuando con los riesgos a los que nos enfrentamos en las olas de calor como la que estamos viviendo, si la situación es ya demasiado extrema, por ejemplo ante una exposición muy prolongada al sol, se puede producirse demasiada vasodilatación, lo que afecta a la redistribución de la sangre, disminuyendo a su vez el flujo de sangre que llega al cerebro. Esta situación podría desembocar en un mareo ante el golpe de calor o un síncope.
En definitiva, ante estas altas temperaturas en las que nos encontramos estos días debemos hacer todo lo posible por mantenernos hidratados y en espacios aireados. Y, sobre todo, debemos de tener mucha precaución con niños, embarazadas, ancianos y personas con patologías crónicas.